Thursday, May 14, 2020
Diario 2
Continuar con las clases en medio de la pandemia es una experiencia muy extraña. Muchas veces me sucede que tengo la impresión de que tiene poco sentido seguir haciendo filosofía y todavía menos sentido su enseñanza. Aún cuando la exploración de plataformas y modalidades es estimulante filosófica y pedagógicamente, y abre horizontes y líneas de fuga respecto de lo que conocemos, me pregunto una y otra vez cómo se transforma el pensamiento de cara a todo lo que está sucediendo. Hemos creído que la filosofía nos permite alejarnos del mundo, tomar distancia, analizarlo, diseccionarlo, deternerlo, descomponerlo. Y hemos aprendido a obtener sentido y placer de ese tipo de actividades. De ahí surgen todas esas formas de vanidad intelectual, tan odiosas y tan comunes en la academia. Los filósofos sí saben lo que está pasando (uso el masculino plural adrede). Pero me encuentro con que no sé nada, no entiendo muchas de las cosas que creía entender y este momento planetario me impone soltar la pretensión de control en muchos niveles. Todo se presenta como provisional, transitorio e incierto. Claro, hay muchas pistas sobre las estructuras de poder en juego, sobre las lógicas globales del mercado, los recursos, la producción de subjetividad, las desigualdades, la injusticia... pero hay algo que me genera mucha sospecha en relación con tanta seguridad en la afirmación de los intelectuales, de quienes dicen tener muchas claridades, cuando parece que de forma muy heracliteana la corriente del río avanza y es imposible detenerla, es imposible bañarnos dos veces en el mismo río. Siento que Haraway nos da muchas pistas para pensar la complejidad sin totalizarla, sin cerrarla, abrazando ese carácter cambiante y provisional de nuestras formas de conocer. Y por eso creo que más que nunca es valioso reconocer que hay muchas cosas que se nos salen de las manos, reconciliarnos un poco con la pequeñez humana y con la parcialidad. Entonces, me sucede que en los momentos de mayor desconsuelo y angustia, en los momentos de inquietud, de empatía solidaria con las personas que están sufriendo a causa de todo lo que está pasando, encontrarnos para conversar sobre filosofía, de pronto escuchar las lecturas de otras personas, sus formas de leer y ver, y sus formas de sentir y percibir a través de la filosofía (y el arte, claro) me abren dimensiones más felices, más prometedoras de la existencia humana. Hay algo que me anima en medio de todo esto y es que parece haber una especie de fuente de fuerza en conversar con otras personas, en escuchar y ser escuchada, en compartir la palabra.
Co-ponencia Alejandra
Apreciadas(os) compañeras(os), les comparto mi aporte a la discusión de esta semana.
Y, bueno, sobre los monstruos que es capaz de crear la ciencia, y entre ellos, las armas. Quiero traer un ejemplo y una recomendación, un capítulo de mi serie favorita Star Trek: Voyager (capítulo 33, segunda temporada). Es un capítulo sobre hacer algo porque se puede hacer, sobre ser responsable por ello, y especialmente sobre la forma como la guerra trastoca nuestra forma de ver y de juzgar. No lo pude conseguir con subtítulos, seguro ustedes son más hábiles buscando en la red.
Cuídense mucho y les deseo un bello día.
Thursday, May 7, 2020
Co-ponencia Camila T y Angie
Aquí van mis aportes a la discusión de esta semana (¡casi no logro subir el video!). Estaré muy atenta a los aportes del grupo y la respuesta de las ponentes. ¡Gracias!
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